viernes, 25 de enero de 2013

El econegocio




Desde hace muchos años han tratado insistentemente de insuflar culpabilidad en la ciudadanía. “Hagamos que la víctima se sienta culpable, así será menos revoltosa”, parece ser el raciocinio subyacente a la manera de proceder del poder. Algunos de los principales ejes que han vehiculado esta estrategia acusadora son el consumo de agua, el gasto energético, la acumulación de residuos o la contaminación. En otras palabras: llevan más de una década transmitiéndonos que por nuestra culpa el mundo se va al garete.
Por lo visto, quieren hacernos creer que las grandes industrias que poseen “ellos”, los oligarcas internacionales, no son contaminantes en absoluto. Que la lucrativa construcción de campos de golf o de parques acuáticos en zonas de secano no tiene nada que ver con el asunto. Que es la ciudadanía la responsable de que no se empleen únicamente energías renovables, cuando sabemos que ello es tecnológicamente plausible.
 Si nos referimos a la Península Ibérica, disponemos de miles de kilómetros de costa que podrían utilizarse para convertir la energía de las mareas en electricidad. Si a eso le sumamos la energía solar y la eólica, creo que se podrían meter el petróleo y el uranio por el ojete. Pero, claro, a los magnates no les interesa que ello se lleve a cabo. Como tampoco les interesa que se descubran los múltiples acuíferos subterráneos que existen en todo el territorio nacional.
De hecho, esto que algunos llaman España comprende uno de los territorios más ricos en acuíferos subterráneos de todo el mundo (en este enlace podréis conocer detalladamente esta gran verdad velada).


Si se hiciera pública la existencia de dichos acuíferos, el suculento y fácil negocio del agua corriente se les iría a freír monas. Perderían el pretexto que habitualmente esgrimen para aumentar el precio del agua, a saber, la escasez de la misma. El agua se convertiría en un bien barato y universal… Pero mucho mejor someter a miles de familias a unas delirantes tarifas y listos, dónde vamos a parar.
Cuando aseveran que el agua es un bien escaso –o incluso menguante- omiten que, como sucede con la energía, el agua, al ser materia, ni se crea ni se destruye: se transforma, pasa de un estado a otro. Omiten que el agua que bebemos y que usamos en nuestras vidas no es nueva, ha estado en nuestro planeta desde el inicio de los tiempos.

http://www.rtve.es/noticias/20110429/lavoisier-materia-crea-destruye/428667.shtml

Aquí tenemos una entrevista a un “gestor del agua” que afirma que bebemos los orines de nuestros antepasados.








Mapa de acuíferos


Así es como razona la élite: TÚ, ESTIMADO/A LECTOR/A,  Y TU FAMILIA SOIS UN CAGARRO PARA ELLOS Y, EN LO QUE A ESO SE REFIERE, NO VAN A CAMBIAR DE PERCEPCIÓN. Es conveniente no olvidarlo ya que ellos lo tienen bien presente durante cada hora de su cochina existencia.
En lo concerniente al reciclaje y a la enajenante y delirante proliferación de contenedores ecológicos multicolores, quiero recordar que antiguamente en España existían los traperos (chatarreros, drapaires…), personas que no podían acceder a un puesto de trabajo convencional y que acababan recurriendo a la recogida de escombros como vía `para sacarse unas perras. Evidentemente, bajo desde esta perspectiva, podemos sostener que LA BASURA CREA PUESTOS DE TRABAJO. Y QUE LOS PUESTOS DE TRABAJO QUE CREAN LOS GRANDES EMPRESARIOS NO SON MEJORES QUE LOS CREADOS POR LA BASURA, ASÍ QUE DEJEN DE COLGARSE MEDALLAS, HIJOS DE LA GRAN PUTA.
Dichos chatarreros vendían los residuos que habían recogido (papel, cartón, hierro, vidrio…) a otras empresas mayoristas que a su vez los vendían a las empresas corrientes como materia prima. En definitiva, todo ello generaba una buena cantidad de puestos de trabajo, no sólo generaba  el quehacer laboral del chatarrero, también el del peón que descargaba los camiones, el de los camioneros transportistas etc.
El panorama descrito no era rentable para las élites, conque decidieron poner coto al campo con el fin de que solo se pudieran generar beneficios para unos pocos y se inventaron una legislación que regulara todo esto, de manera que desaparecieron muchos puestos de trabajo y se asignaron los derechos sobre estos residuos, obligándote a que les entregues tus despojos gratis cuando antes los podías vender.
Veámoslo desde otro ángulo: cuando compramos un periódico o una botella de cerveza pagamos el producto y el recipiente y/o materia. Sin embargo, nos piden –nos exigen, bajo amenaza de multa- que reciclemos todo lo reciclable y que se lo dejemos bien separadito. Antes, si devolvías una botella de vidrio al comercio donde la habías adquirido, te pagaban 10 céntimos. La pregunta, pues, es lógica: si cuando yo compro un producto embotellado en un recipiente de vidrio también pago el recipiente, ¿por qué no nos pagan por reciclar? Lo que tú tiras luego ellos lo revenden a empresas. Teniendo en cuenta que la materia prima les sale gratis, el negocio es redondo.
En Alemania, ya que tanto les gusta hablar del país teutón y situarlo como modelo a imitar, existe una suerte de tasa llamada Pfand. Se trata de un sobreprecio de 10-25 céntimos que corresponden al coste del envase del producto. Cuando vas al supermercado de nuevo y llevas los envases para reciclar, te devuelven el dinero. Pero, naturalmente, sólo somos europeos y nos comparan con Alemania para recortar prestaciones sociales y para privatizar. A la hora de equiparar sueldos o de exigir que nos paguen lo que es nuestro, somos africanos y nos debemos comparar con Marruecos. Eso sí, no escatimarán ni un euro de dinero público catalán (sí, sí, de la Generalitat, de la nostra) para financiar un anuncio televisivo -que retransmiten a todas horas- cuyo mensaje viene a decirnos que debemos separar los desechos ya no sólo atendiendo a su naturaleza material (vidrio-plástico-cartón etc.) sino a su forma o funcionalidad (es decir, si se trata de un envase o de una tubería). Dicho anuncio se sirve de la estética unineuronal de las amas de casa de los años 50. Queda bien claro adónde nos quieren llevar, en definitiva.

Idiotez ecológica con estética retro.

Por último, ¿quién está detrás de la estafa de los “contenedores ecológicos”? La empresa ECOEMBES S.A., la cual afirma ser una empresa sin ánimo de lucro, cosa que choca con su naturaleza de S.A., que por definición es propia de entidades capitalistas y mercantiles.

http://www.ecoembes.com


Su actual presidente es Ignacio González Hernández, director de Campofrío, un coloso del sector del embutido. Se trata de un personaje que a lo largo de su carrera ha ocupado puestos directivos de la cadena Carrefour, la mayor línea de supermercados del planeta .