Desde hace muchos años han tratado insistentemente de
insuflar culpabilidad en la ciudadanía. “Hagamos que la víctima se sienta
culpable, así será menos revoltosa”, parece ser el raciocinio subyacente a la
manera de proceder del poder. Algunos de los principales ejes que han
vehiculado esta estrategia acusadora son el consumo de agua, el gasto
energético, la acumulación de residuos o la contaminación. En otras palabras: llevan
más de una década transmitiéndonos que por nuestra culpa el mundo se va al
garete.
Por lo visto, quieren hacernos creer que las grandes
industrias que poseen “ellos”, los oligarcas internacionales, no son contaminantes
en absoluto. Que la lucrativa construcción de campos de golf o de parques
acuáticos en zonas de secano no tiene nada que ver con el asunto. Que es la
ciudadanía la responsable de que no se empleen únicamente energías renovables,
cuando sabemos que ello es tecnológicamente plausible.
Si nos referimos a la
Península Ibérica, disponemos de miles de kilómetros de costa que podrían
utilizarse para convertir la energía de las mareas en electricidad. Si a eso le
sumamos la energía solar y la eólica, creo que se podrían meter el petróleo y
el uranio por el ojete. Pero, claro, a los magnates no les interesa que ello se
lleve a cabo. Como tampoco les interesa que se descubran los múltiples acuíferos subterráneos que
existen en todo el territorio nacional.
De hecho, esto que algunos llaman España comprende uno de
los territorios más ricos en acuíferos subterráneos de todo el mundo (en este
enlace podréis conocer detalladamente esta gran verdad velada).
Si se hiciera pública la existencia de dichos acuíferos, el
suculento y fácil negocio del agua corriente se les iría a freír monas.
Perderían el pretexto que habitualmente esgrimen para aumentar el precio del
agua, a saber, la escasez de la misma. El agua se convertiría en un bien barato
y universal… Pero mucho mejor someter a miles de familias a unas delirantes
tarifas y listos, dónde vamos a parar.
Cuando aseveran que el agua es un bien escaso –o incluso
menguante- omiten que, como sucede con la energía, el agua, al ser materia, ni
se crea ni se destruye: se transforma, pasa de un estado a otro. Omiten que el
agua que bebemos y que usamos en nuestras vidas no es nueva, ha estado en
nuestro planeta desde el inicio de los tiempos.
http://www.rtve.es/noticias/20110429/lavoisier-materia-crea-destruye/428667.shtml
Aquí tenemos una entrevista a un “gestor del agua” que
afirma que bebemos los orines de nuestros antepasados.
Mapa de acuíferos |
Así es como razona la élite: TÚ, ESTIMADO/A LECTOR/A, Y TU FAMILIA SOIS UN CAGARRO PARA ELLOS Y, EN
LO QUE A ESO SE REFIERE, NO VAN A CAMBIAR DE PERCEPCIÓN. Es conveniente no
olvidarlo ya que ellos lo tienen bien presente durante cada hora de su cochina
existencia.
En lo concerniente al reciclaje y a la enajenante y
delirante proliferación de contenedores ecológicos multicolores, quiero
recordar que antiguamente en España existían los traperos (chatarreros,
drapaires…), personas que no podían acceder a un puesto de trabajo convencional
y que acababan recurriendo a la recogida de escombros como vía `para sacarse
unas perras. Evidentemente, bajo desde esta perspectiva, podemos sostener que
LA BASURA CREA PUESTOS DE TRABAJO. Y QUE LOS PUESTOS DE TRABAJO QUE CREAN LOS
GRANDES EMPRESARIOS NO SON MEJORES QUE LOS CREADOS POR LA BASURA, ASÍ QUE DEJEN
DE COLGARSE MEDALLAS, HIJOS DE LA GRAN PUTA.
Dichos chatarreros vendían los residuos que habían recogido
(papel, cartón, hierro, vidrio…) a otras empresas mayoristas que a su vez los
vendían a las empresas corrientes como materia prima. En definitiva, todo ello
generaba una buena cantidad de puestos de trabajo, no sólo generaba el quehacer laboral del chatarrero, también el
del peón que descargaba los camiones, el de los camioneros transportistas etc.
El panorama descrito no era rentable para las élites, conque
decidieron poner coto al campo con el fin de que solo se pudieran generar
beneficios para unos pocos y se inventaron una legislación que regulara todo
esto, de manera que desaparecieron muchos puestos de trabajo y se asignaron los
derechos sobre estos residuos, obligándote a que les entregues tus despojos
gratis cuando antes los podías vender.
Veámoslo desde otro ángulo: cuando compramos un periódico o
una botella de cerveza pagamos el producto y el recipiente y/o materia. Sin
embargo, nos piden –nos exigen, bajo amenaza de multa- que reciclemos todo lo
reciclable y que se lo dejemos bien separadito. Antes, si devolvías una botella
de vidrio al comercio donde la habías adquirido, te pagaban 10 céntimos. La
pregunta, pues, es lógica: si cuando yo compro un producto embotellado en un
recipiente de vidrio también pago el recipiente, ¿por qué no nos pagan por
reciclar? Lo que tú tiras luego ellos lo revenden a empresas. Teniendo en
cuenta que la materia prima les sale gratis, el negocio es redondo.
En Alemania, ya que tanto les gusta hablar del país teutón y
situarlo como modelo a imitar, existe una suerte de tasa llamada Pfand. Se
trata de un sobreprecio de 10-25 céntimos que corresponden al coste del envase
del producto. Cuando vas al supermercado de nuevo y llevas los envases para
reciclar, te devuelven el dinero. Pero, naturalmente, sólo somos europeos y nos
comparan con Alemania para recortar prestaciones sociales y para privatizar. A
la hora de equiparar sueldos o de exigir que nos paguen lo que es nuestro,
somos africanos y nos debemos comparar con Marruecos. Eso sí, no escatimarán ni
un euro de dinero público catalán (sí, sí, de la Generalitat, de la nostra)
para financiar un anuncio televisivo -que retransmiten a todas horas- cuyo
mensaje viene a decirnos que debemos separar los desechos ya no sólo atendiendo
a su naturaleza material (vidrio-plástico-cartón etc.) sino a su forma o
funcionalidad (es decir, si se trata de un envase o de una tubería). Dicho
anuncio se sirve de la estética unineuronal de las amas de casa de los años 50.
Queda bien claro adónde nos quieren llevar, en definitiva.
Idiotez ecológica con estética retro. |
Por último, ¿quién está detrás de la estafa de los
“contenedores ecológicos”? La empresa ECOEMBES S.A., la cual afirma ser una
empresa sin ánimo de lucro, cosa que choca con su naturaleza de S.A., que por
definición es propia de entidades capitalistas y mercantiles.
http://www.ecoembes.com
Su actual presidente es Ignacio González Hernández, director
de Campofrío, un coloso del sector del embutido. Se trata de un personaje que a
lo largo de su carrera ha ocupado puestos directivos de la cadena Carrefour, la
mayor línea de supermercados del planeta .